martes, 19 de febrero de 2008

Venezuela en el ojo del huracán energético.

Por: Faisal M. Zeidan A.
Rebelión
“Los yacimientos mineros y de hidrocarburos, cualquiera que sea su naturaleza, existentes en el territorio nacional, bajo el lecho del mar territorial, en la zona económica exclusiva y en la plataforma continental, pertenecen a la República, son bienes del dominio público y, por tanto, inalienables e imprescriptibles. Las costas marinas son bienes del dominio público". Articulo 12 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
Han transcurrido ya cien años desde el descubrimiento de los primeros yacimientos de petróleo y gas en Venezuela, ocurridos en la primera década del siglo XX. Al poco de este descubrimiento, las empresas pioneras internacionales concesionarias se instalaron en Venezuela y comenzó la actividad de expropiación de esta riqueza. Una elite política y empresarial de venezolanos, cómplices en esta gestión de latrocinio a la nación, amasó ingentes fortunas engendrando en el país la estructura social característica de extrema desigualdad del ingreso que persiste hasta nuestros días. Durante más de los cien años que ya dura el saqueo de la riqueza petrolera de los venezolanos, se renovó y profundizó el deterioro cultural que había comenzado, tempranamente, en el llamado periodo colonial. En todo este tiempo se han ido minando las raíces y referencias culturales nacionales, se ha barrido con los valores locales y en su lugar se promocionó una sociedad enajenada y carente de autoestima.
Venezuela fue convertida en un laboratorio socio-psicológico de experimentación de técnicas de alienación y perdida de la conciencia nacional. Hoy, a mas de una centuria del descubrimiento de esos primeros yacimientos, no es exagerado decir que Venezuela encara la última oportunidad que le brinda la posesión de estos ingentes recursos energéticos y minerales para plantear y llevar a cabo no solo un proyecto de desarrollo y crecimiento nacional soberanos sino, también, para jugar un rol decisivo en la provisión energética que requieren los necesarios y vitales proyectos de integración latinoamericana.
Depósitos de energía en Venezuela
En la cuenca meridional del río Orinoco, al sur de los estados Guarico, Anzoátegui y Monagas, se encuentra una extensión de 55.314 km.² conocida como La Faja Petrolífera del Orinoco. Únicamente en esta región oriental de Venezuela se estima existen 1.3 billones de barriles de petróleo crudo, distribuidos en cuatro grandes campos (Boyacá, Junín, Ayacucho y Carabobo), segmentados a su vez en 27 bloques, jerarquizados de acuerdo a su importancia productiva. En el año 2008 culmina el proceso de certificación de los yacimientos venezolanos que se estima albergan 235 mil millones de barriles de petróleo, recuperables con las actuales tecnologías, los cuales ubican las reservas totales probadas recuperables en 316 mil millones de barriles. Estas reservas certificarán a Venezuela como el país con mayores reservas de hidrocarburos en el mundo lo cual significa que para el año 2063, cuando estén agotados o en franco declive todos los yacimientos del planeta, Venezuela apenas estará alcanzando el cenit de la productividad de los yacimientos, restándole un largo tiempo de explotación, previo al declive final que podría ocurrir en el año 2100. Las reservas adicionales derivadas de los resultados del proyecto Magna Reserva representan 5,5 millardos de barriles de petróleo. Adicionalmente se añaden 25.1 millardos de barriles equivalentes de gas natural, de los cuales el 90 % es gas asociado. Por otra parte, en la zona occidental de Guasare se concentra el 92 % de la producción de carbón que asciende a 6,6 millardos de barriles de petróleo equivalentes en carbón. La cantidad de energía hidráulica que se produce en el país, expresada en cifras equivalentes al petróleo, se estima en unos 8,4 millardos de barriles, de los cuales el 90 % se produce en la zona sur-oriental de la cuenca del Caroní. La suma total de toda esta energía equivale a la que podría aportar todo el petróleo y el gas del Medio Oriente en conjunto.
El Huracán que se avecina.
La maquinaria chirriante y contaminadora de la economía mundial se mueve, principalmente, con energía proveniente del petróleo y del gas. En la actualidad, esta maquinaria incinera 85,7 millones de barriles de petróleo cada día y su voracidad es creciente. En la formación del huracán energético que se avecina, a la influencia de la espiral de este incremento del consumo energético internacional se añade la espiral del agotamiento acelerado de los yacimientos de petróleo en todo el mundo.Los estudios sobre la extinción de los recursos energéticos prevén que el punto máximo o cenit de la duración de los yacimientos petroleros en el mundo se alcanzará, para la mayoría de los países productores, alrededor del año 2015. (Muchos países productores ya han pasado ese cenit y sus yacimientos se encuentran en rápida declinación. Por ejemplo EEUU alcanzó el cenit en 1970, Irán en 1974, Rusia en 1987).A partir del año 2015, las consecuencias de este declive de los yacimientos se expresará mediante el descenso de la producción global de crudo; descenso cuya tasa será tan acelerada que comprometerá la disponibilidad de energía en el mundo. Para acentuar aun más los críticos efectos del desabastecimiento, este inminente declive de la producción coincidirá, de manera simultánea, con el incremento progresivo de la demanda global de petróleo. El consumo mundial, que para el año 2007 se ubicó en 85,7 millones de barriles diarios, aumentará, a partir de este momento, en un 2 % interanual aproximadamente, debido no solo al consumo mundial creciente sino también a la incorporación, como grandes consumidores, de China y de India. De esta manera, para el 2010, el consumo de petróleo en el mundo será de 90,7 millones de barriles diarios, alcanzando, en el 2030, la cifra de 117,6 millones de barriles diarios. La acción combinada de la extinción progresiva de los yacimientos y del simultáneo incremento en la demanda, se traducirá en un déficit mundial que para el 2015 se ubicará en los 11.000.000 de barriles diarios, para el 2020 en 27.500.000 barriles diarios y para el 2030 en 74.000.000 de barriles diarios (este déficit es calculado con datos provenientes del escenario optimista, caracterizado por el posible aporte energético que para ese entonces podría lograrse mediante el desarrollo tecnológico intensivo de las energías alternativas). Quiere decir que de los 117,6 millones de barriles diarios que requerirá la economía mundial en el año 2030, solo podrán suministrarse 44 millones de barriles diarios. Las energías alternativas y el biocombustible no podrán, por si solos, suplir esta diferencia (74.000.000 de barriles), entre la cantidad de petróleo requerida y la cantidad de petróleo disponible. Venezuela estará en el ojo del huracán energético debido a que constituirá el único país cuyos yacimientos poseen el mayor cenit de duración; será solamente alrededor del año 2063 que los yacimientos venezolanos de La Faja podrían alcanzar el máximo, antes de comenzar a declinar. Después de Venezuela los países con mayor duración de yacimientos en el mundo son Canadá, (que alcanzará el cenit en el año 2035) e Irak (cuyo máximo se alcanzará en el año 2022). Desde los años noventa y por lo anteriormente expuesto, Venezuela es variable de monitoreo obligatorio y permanente en todas las salas situacionales energéticas y militares del G-8. Por otra parte, las previsiones y los estudios de escenarios de este desequilibrio potencial futuro constituyen el motivo nuclear de los conflictos bélicos que sacuden el planeta desde los años ochenta así como la generación de los crecientes riesgos geopolíticos cuyas consecuencias económicas inmediatas se han traducido en la inhibición del gasto, de la producción y del empleo a nivel global. Son estos vientos huracanados los que mueven el interés de las transnacionales, generan las estrategias de los gobiernos, producen las borrascas geopolíticas, inspiran las conspiraciones de los diferentes poderes y fijan los rumbos de navegación de los portaviones.Este megafactor energético desequilibrante se acompaña de cambios permanentes en las variables geopolíticas internacionales a las que deben añadirse, de igual manera, las ambientales y tecnológicas, generadoras a su vez de volatilidad e incertidumbre. En efecto, la transición surgida después del fin de la guerra fría (disolución de la URSS), colocó en la cúspide del sistema mundial a un conjunto de grandes potencias asociadas en el llamado Grupo de los 7 + Rusia. Esta sociedad de naciones poderosas aparece estrechamente ligada a la acción de las 200 empresas transnacionales más grandes del planeta que dominan mas de las tres cuartas partes de toda la economía mundial. Con una creciente libertad de acción, la actividad de estos actores transnacionales viene sustituyendo la influencia de las organizaciones supranacionales como la ONU, la OEA y otras que han perdido su capacidad de acción mediadora frente a los riesgos de conflicto. Con esta creciente competencia para actuar y provocar perturbaciones puntuales en el sistema global, las transnacionales han venido afectando de manera significativa las relaciones interestatales convirtiéndose en un factor adicional de perturbación internacional. Entre los nuevos actores importantes y diferenciados de los futuros escenarios internacionales se encuentra Rusia, destacado productor energético que mantiene aun, por otra parte, una considerable y creciente capacidad de acción militar y de influencia global y que en los últimos meses ha decidido retomar su rol de potencia mundial al sentirse amenazada por el unilateralismo de los EEUU. Este unilateralismo de los EEUU ha venido concretándose de manera consistente en los últimos años a través de las siguientes actuaciones:
· Oposición de la administración Bush al protocolo de Kyoto sobre el recalentamiento de la tierra;· No ratificación del pacto de Río sobre la biodiversidad;
· Abolición del tratado antimisiles ABM;· Oposición a la prohibición de minas antipersonales;· Invasión a Irak;
· Oposición a las nuevas cláusulas relativas a la guerra biológica;· Oposición a la creación de un Tribunal Penal Internacional;
· Establecimiento de misiles balísticos en la frontera Rusa;
Con la República Popular China en ascenso, los escenarios posibles contemplan el aumento creciente de tensiones entre países y regiones, bajo ambientes sin consenso, donde la inversión internacional disminuye, reinstaurándose las barreras al comercio, tanto físico como electrónico. Los mercados financieros aumentan en volatilidad debido a la incertidumbre y se generalizará el sentimiento de inseguridad. Algunas variables decisivas asociadas a estos escenarios, tales como la desaceleración económica y la escalada de los problemas ambientales, se encuentran, actualmente, en progreso y requieren de un monitoreo cuidadoso.
Por otra parte y en correspondencia con los requerimientos de sostenibilidad, es evidente que los mundos posibles, de largo plazo, no pueden concebirse excluyendo la dimensión ambiental. Con objeto de reducir la brecha entre la oferta y la demanda de hidrocarburos, los EEUU, principal consumidor energético, esta implementando la producción y el uso de biocombustibles, obtenidos a partir de maíz, trigo, semillas de girasol y otros alimentos, lo cual disminuirá la disponibilidad de estos productos para el consumo y aumentará su precio, encareciéndolos de manera considerable. Adicionalmente, los cambios climáticos están afectando la producción de alimentos en todo el mundo pero muy especialmente la de los países pobres a causa de su mayor vulnerabilidad tecnológica. Las grandes sequías, alternadas con lluvias puntuales record, vienen reduciendo drásticamente el rendimiento por hectárea de la mayor parte de los cultivos en el mundo, lo cual encarecerá aun más los alimentos. Está previsto que para el año 2015 (que encontrará al planeta bajo una crisis energética originada por el déficit de 11.000.000 de barriles diarios), más de dos mil millones de personas vivirán en regiones sin acceso al agua potable. Esta combinación deficitaria de energía, agua potable y alimentos no solo aniquilará cualquier posibilidad de desarrollo industrial en los países pobres sino que ocasionará también problemas catastróficos de salud pública. Todos estos factores contribuirán, adicionalmente, a la gestación y el fomento de conflictos regionales y globales. Con oportunidad de la discusión que las fuerzas progresistas han abierto en Venezuela, es necesario considerar estos elementos para enriquecer el análisis y la toma de decisiones así como para alertar acerca de la enorme responsabilidad que pesa sobre nuestro país en este momento histórico.

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